Cáncer de piel. Melanoma
El cáncer de piel es el tipo más común de cáncer y está muy condicionado al tiempo acumulado de exposición solar durante toda la vida, lo que habitualmente se conoce como “memoria” de la piel. Se puede presentar en cualquier parte del cuerpo, aunque más habitualmente en aquellas zonas expuestas como la cara.
Su aspecto puede ser variable. El signo más común del cáncer de piel es un cambio de ésta como por ejemplo una elevación o una herida que no cura de largo tiempo de evolución. Indudablemente no todos los cambios en la piel significan que usted tiene cáncer, sin embargo es recomendable acudir al dermatólogo cuando note alguno.
Podemos distinguir varios tipos y entre los más frecuentes encontramos:
CARCINOMA BASOCELULAR
Es el más habitual y supone el 80 % de los cánceres de piel. Por lo general aparece en áreas expuestas al sol y suele manifestarse como un abultamiento de color rosado que crece, una herida que no cura y sangra o con un aspecto de cicatriz. Tienden a extenderse y crecer localmente de una manera lenta pero, en general, no se diseminan a otras partes del cuerpo.
Carcinoma basocelular
CARCINOMA ESPINOCELULAR
También se observa en áreas de piel que han estado expuestas al sol. En este caso se observa una tumoración o abultamiento color rojizo, duro, que tiende a aumentar de tamaño rápidamente, puede sangrar y desarrollar costra. En este caso sí que puede extenderse el cáncer a los ganglios linfáticos cercanos.
Carcinoma espinocelular
QUERATOSIS ACTINICAS
Se caracterizan por la aparición de parches escamosos, ásperos de color rojo o marrón generalmente en las zonas de la piel que más han sido expuestas al sol, como la cara y cuero cabelludo en pacientes con alopecia. Estas manchas deben tratarse porque son lesiones precancerosas y en algunas personas pueden convertirse en carcinomas espinocelulares.
Queratosis actinica
MELANOMA MALIGNO
El melanoma maligno es el tumor maligno derivado de los melanocitos, que son las células que producen la melanina, que da el color a la piel. Es un tumor habitualmente de localización cutánea, aunque también puede aparecer en las mucosas, como boca o vagina.
Es más frecuente en adultos jóvenes y está claramente relacionado con la existencia de antecedentes familiares de melanoma, exposición solar (quemaduras solares frecuentes), color de piel (más en personas de piel y ojos claros) y presencia de múltiples nevus melanocíticos (o lunares).
Tenemos que pensar que una lesión de color marrón o negra puede ser un melanoma y alertarnos cuando:
–Un “lunar” que siempre hemos tenido cambie de forma, color, tamaño, sangre o pique.
–Aparezca una lesión oscura que antes no teníamos, tenga color y forma irregular, crezca rápidamente o sangre.
Cualquier mancha como las anteriormente explicadas tiene que ser valorada por el dermatólogo, extirpada y analizada por el patólogo. Este colaborador nos confirmará nuestra sospecha clínica y el grado de profundidad de la misma (índice de Breslow), entre otros indicadores. Este estudio es fundamental para establecer el protocolo de tratamiento y seguimiento del paciente.
El melanoma es un tumor con elevados índices de curación cuando se halla localizado exclusivamente en la piel y de ahí que sea importante para su temprana detección la colaboración del paciente y seguir revisiones dermatológicas periódicas si se es grupo de riesgo.
Melanoma
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